Sábado 10 de diciembre, a las 22h.

Teatro: La esclusa. De Michel Azama, a cargo de Ana Plaza.

Dieciséis años presa, mañana sale en libertad, sale con la condicional. Su última noche en prisión es el escenario de “La esclusa”, esas largas horas donde el dentro y fuera se funden con el miedo y la esperanza. Durante esa noche salen a la luz las vivencias de una mujer con 16 años de encierro a sus espaldas.

Justo hoy le comunican que su madre ha muerto. Sin embargo no quiere llorar y lejos de montar un “dramón” se carga de poética e ironía para repasar lo que ha sido su vida desde que fue condenada: El juicio, las situaciones de abuso, de llanto, de sonrisas, de compañerismo, de crueldad, de miedo, de culpa. Revive con energía y rebeldía anécdotas cotidianas de sufrimiento y coraje afrontándolas, riéndose de ellas, sufriendo con ellas. La maleta que se lleva son los recuerdos y la inquietud de qué o quién la recibirá ahí fuera, quién va a sostener sus carencias afectivas: ¿Unos hijos que los dejó niños y ya son adultos? ¿Una familia que a excepción de su madre (que acaba de morir) no la ha apoyado? ¿Una sociedad que a todos los niveles no parece que le vaya a otorgar oportunidad alguna? ¿Una reinserción más que dudosa?

En esta atmósfera nocturna sobrevuela la duda de si está verdaderamente preparada para la vida libre. Ella: Una edad, cuarenta y pico, un cuerpo que refleja los años de celda y altibajos. La madurez truncada. El deseo reprimido. Los sentidos atrofiados. ¿Quién va a querer vivir, abrazar, caminar junto a una mujer con tal carga? Es la hora de quererse.

La esclusa representa todos esos espacios reflexivos que se abren y cierran como interrogantes entre la soledad del encierro y la inminente libertad. El profundo abismo al que se asomará esta mujer mañana, 16 años después, será su nueva vida. Nueva vida sí, pero…. ¿Tal vez otra cárcel después de la cárcel? Una puerta a la calle, un salto al vacío, un baile complicadísimo. Pero no será ella quien no cruce, no salte y no baile. Es la hora de bailar. LA RELEXIÓN Rescatando las palabras de Michel Azama: “La esclusa es una especie de oratorio de una mujer sola que canta, grita y llora su dolor…

….Me emocioné a menudo, me conmoví a veces. Poco a poco, se me impuso como una evidencia el hecho que, cualquiera que fuese su falta, se les hacía pagar agravando la reclusión con sufrimientos suplementarios….

…. Mis notas, escritas cada noche, se fueron acumulando. Al final de los quince días, escribir esta realidad desconocida de la cárcel, se me impuso como una necesidad.

Quedaba el problema de la forma: transmitir a la vez la frescura, el color, las metáforas de la lengua- cárcel, y al mismo tiempo encontrar el desfase que hace posible el TEATRO. El monólogo me pareció la mejor manera de hacer sensible la soledad y ese “rumiar en silencio”.

La situación- última noche en prisión y el miedo al exterior- me fue inspirada por el hecho de que las suicidas son más numerosas cuando la pena llega a su fin Azama nos propone el monólogo como base dramática para reflexionar sobre el miedo a la libertad. Y el escenario carcelario es, además de una mirada hacia la dura realidad de las prisiones, una metáfora sobre las muchas cárceles con las que convivimos a diario y con las que nos podemos sentir identificadas/os. Y en este contexto de privación de libertad, La esclusa saca a la luz la situación concreta de las mujeres dentro de la prisión: doblemente juzgadas, doblemente condenadas, como mujeres y como presas por el hecho de haber vulnerado la ley penal y la ley social/moral, es decir, por haber abandonado su papel tradicional en la sociedad, abnegada esposa y madre.

Toca aspectos tan desconocidos para la mayoría y que se viven dentro de estos centros como son la infantilización, la inactividad, la pérdida de la identidad, las condiciones laborales, la desatención sanitaria, la nula intimidad, la medicalización de comportamientos (tranquilizantes) o el suicidio.

El montaje hace una identificación con otras tantas situaciones de “encierro” e inseguridad por las que una mujer pasa a lo largo de su vida y que suponen una auténtica carrera de obstáculos, compuertas y esclusas. Este texto está plagado de sutiles llamadas a la toma conciencia sobre los abusos que muchas mujeres sufren y soportan por el hecho de serlo.

La esclusa es un espectáculo que nos acerca a nuestros propios miedos y una llamada potente a valorar nuestra libertad y a usarla. Nosotras/os, que estamos fuera, en una sociedad que vive de espaldas a esta realidad invisible que es la prisión. Ante todo, esta propuesta teatral nos anima a tomar las riendas de nuestras vidas y quiere servir de homenaje a todas las mujeres que tras su encarcelamiento (el que sea) deciden darse una oportunidad y no precisamente a causa de la prisión, sino a pesar de ella. Este montaje es adecuado como expresión y reflexión en el marco de todo lo que tiene cabida en cuanto a género, exclusión social, igualdad, violencia contra las mujeres.

Sirve como acompañamiento a campañas de sensibilización, educativas, charlas, jornadas o cualquier evento de carácter social y cultural. Se puede representar en teatros, salas alternativas, centros penitenciarios, centros culturales y cualquier espacio donde sea requerido. Edad recomendada: 16 años

Más información: http://www.cineenvioleta.org/wp-content/uploads/2012/10/222.pdf