Sábado 10 de diciembre, a las 10:30h.

Debate: Propuestas estratégicas sobre la respuesta de las anarquistas a la represión.

La represión es inherente a los procesos de lucha contra el poder y mientras estemos en conflicto debemos encajar su existencia de la manera más práctica posible. Sin embargo, resulta frustrante desviar tan valiosa energía desde proyectos y luchas, hacia un escenario tan estéril como eterno. Una vez aceptado el compromiso y analizadas las formas que toma, es el momento de preguntarnos por nuestra respuesta ante la misma. De buscar los motivos subyacentes al fracaso de nuestras reacciones, – casi siempre insuficientes, desequilibradas, autocomplacientes, sesgadas o infructuosas – y construir nuevas tácticas de confrontaciòn. Sincerarnos y preguntarnos si realmente estamos haciendo todo lo que podemos; y de si lo estamos haciendo mediante una estrategia propositiva, política y colectiva. Por esto, planteamos este debate, con la confianza de que nos ayude a extraer conclusiones para la acción.

Metodología del debate:

  • (PREVIO AL DEBATE). Lectura del texto que planteamos en la web para reflexionar en casa, individualmente, o en el grupo de referencia. Las preguntas que se formulan pretenden dar pie a un análisis preliminar del problema que nos ocupa, de tal manera que el debate presencial, durante la sesión del 10 de diciembre, pueda centrarse en profundizar en la búsqueda de herramientas colectivas frente a la represión.
  • Identificar los retos que se nos presentan a la hora de afrontar los procesos represivos.
  • Propuestas y soluciones sobre el abordaje político y colectivo de los mismos.
  • Puesta en común y debate abierto.

Texto para la reflexión previa al debate.

 Numerosos esfuerzos emplean los anarquistas en definir y analizar la represión. Sobre su origen, sus causas, sus límites, y consecuencias se ha escrito y hablado mucho. Resulta desconcertante encontrar reflexiones en documentos de principios de siglo, incluso decimonónicos, de anarquistas y simpatizantes que ya plantean estas cuestiones en términos no tan diferentes a los nuestros. Existen también numerosos textos desarrollados durante la dictadura, que no concluyen cosas tan diferentes pese a los grandes cambios coyunturales a los que hemos asistido recientemente. En los últimos años hemos visto aparecer guías, dossiers, blogs, y otras publicaciones, que junto a encuentros, jornadas, debates y charlas han dado pie a una extensa documentación sobre el tema. Pensamos que hay materiales suficientes para configurar un discurso serio e informado al respecto.

 

Así que vamos al grano.

Hemos visto ya en demasiadas ocasiones cómo los ataques represivos, y los procedimientos penales que los acompañan, merman la capacidad creativa de las luchas, engullen el -siempre escaso – tiempo que habría de emplearse en provocar cambios, en transformar lo que nos rodea en la dirección que estimamos más justa, en romper las dinámicas del poder, trazar vínculos sobre los que construir apoyo mutuo y atacar las fuentes de opresión.

Recientemente las operaciones Columna, Pandora I y II, Piñata, Ice han supuesto que más de 40 personas hayan sido procesadas por cargos asociados a acciones terroristas y/o pertenencia a organizaciones de carácter terrorista, ingresando 18 de ellas en prisión en régimen de alta seguridad. Tres de ellxs siguen hoy secuestradxs, además de lxs dos compañerxas detenidxs por orden de la justicia Alemana la primavera pasada, gracias a la colaboración entre cuerpos de seguridad Europeos. Pero no sólo ellxs han sido detenidxs. Todxs nosotrxs, todo nuestro entorno ha recibido el impacto y en mayor o menor medida ha sufrido el desgaste, ha desviado su actividad combativa hacia rutinas más o menos defensivas, recaudatorias, paliativas… se ha bloqueado o se ha distanciado… o incluso ha desaparecido.

Creemos que es tiempo de empezar a superar las tribulaciones sobre los “montajes policiales”. Sobre la “valentía” y la “pureza” a la hora de enfrentar la represión. Sobre los conceptos de “inocencia” y “culpabilidad” de lxs represaliadxs. Nos parece que es el momento de preguntarnos por nuestra forma de afrontar la persecución política de una forma práctica y más honesta, sobretodo ahora que adquiere características globales.

 

Vistas las carencias, los límites y los puntos fuertes es hora de buscar soluciones.

La convocatoria a este debate parte de una intención clara: creemos que, a la hora de enfrentar un caso de represión, tenemos la necesidad de pensar y establecer nuestro posicionamiento político en un contexto que no es ajeno a nuestra comunidad de lucha.

Asumimos la posibilidad de vernos detenidos, inmersos en procesos judiciales, acompañando a personas cercanas que lo están o participando en el proceso penal subsiguiente, y hemos de visualizar la realidad de enfrentarnos a un juicio y tomar decisiones que nos afectan tanto a nivel personal como colectivo. En algún momento podríamos tener que enfrentar una condena y entrar en prisión. Analizar cuáles serían nuestras alternativas, sus pros, sus contras y las consecuencias que puedan conllevar para nosotros, nuestro entorno y la disidencia política en general, forma parte de nuestro compromiso político. Cuando tomamos parte en una causa, lo hacemos no sólo por nosotrxs mismxs sino asumiendo una responsabilidad que trasciende nuestros intereses. Si compartimos objetivos, habremos de hacernos cargo de las consecuencias que tienen las acciones que pretenden acercarnos a éstos. Y en este sentido, necesitamos tener en cuenta que cualquier camino que tomemos sea más o menos coherente, más o menos justo, más o menos difícil… tendrá su proyección sobre otxs y condicionará futuros procesos represivos. No nos queda más remedio que aceptar que una acción individual puede llegar a endeudar a un colectivo o incluso a un movimiento de resistencia.

No estamos legitimando el atacar y enjuiciar a quienes se encuentran en esta posición ni pretendemos sentar cátedra sobre cuál es el camino a seguir ni las decisiones correctas. Aquí no se trata de quitarle el carnet de anarquista a nadie. De coronar ni destronar a ningúnx compañerx. Quedan fuera de nuestra ética las condenas inquisitorias, los cuchicheos y las sentencias de ostracismo. Del mismo modo que aceptamos esta realidad, debemos plantearnos honestamente si realmente “somos todos tan iguales como presumimos” o si el estatus que ocupamos va a determinar el tratamiento de nuestro caso. Es decir, por crudo que suene, las decisiones que tomemos en una situación así vienen condicionadas no sólo por nuestro contexto personal y nuestro posicionamiento político, sino por una valoración del apoyo con el que contamos, un sentimiento de pertenencia y de abrigo y la calidad del arraigo que tenemos en una comunidad de lucha y su compromiso con sus presos.

Por este motivo creemos que antes de juzgar, atacar y destruir a unx compañerx por las opciones que toma en este proceso, deberíamos asegurarnos de estar potenciando y construyendo las condiciones necesarias para que la toma de decisiones se haga sobre la base de la confianza y el apoyo mutuo. Nos parece que esta tarea preparatoria conlleva tomar un momento para la reflexión individual pero que sobretodo ha de ser trabajada colectivamente.

Pues bien, un debate público plagado de desconocidos puede no ser el mejor contexto para plantear algo así. Este proceso tiene su lugar en los grupos de afinidad de cada unx. Esta propuesta pretende sólo sacar a la luz los puntos clave que nos preocupan y plantear distintas estrategias y herramientas, razonar y argumentar sobre ellas, generando así una base para que cada unx baje el debate después a aquellos foros donde considere oportuno profundizar.

Consideramos que un encuentro abierto puede ejercer un efecto multiplicador y aportar un soplo de aire fresco a este tema, por desgracia tan manido y a la vez, al parecer tan poco fértil. Si bien una lucha que tiene como cometido la defensa y la gestión de las derrotas poco puede generar en positivo y está condenada a ser fútil, creemos que, con el tratamiento adecuado, puede convertirse en un motor que estimule el debate y el trabajo colectivo, fortalezca lazos de solidaridad real y nos conecte. Creemos que puede proporcionar herramientas y fomentar la construcción de redes o estructuras que permitan un posicionamiento más sólido y maduro y menos fugaz y episódico ante jueces, fiscales, policía, carceleros, empresarios, políticos, periodistas y demás calaña, pilares del sistema de dominación que queremos destruir.

Es momento de romper la inercia de contestar siempre partiendo de cero y a trompicones a remolque de los ritmos que ellos nos marcan, y tomar las riendas de nuestra actividad. De dictar nuestros propios tiempos y cultivar en común, una cultura de la seguridad y la solidaridad como parte de nuestra praxis política cotidiana.

 

 Preguntas para el análisis y la puesta en común de propuestas.

 

  • ESTRUCTURA

Aun partiendo de la base de que la respuesta a una detención o cualquier otro episodio represivo debiera surgir de la iniciativa propia, espontáneamente, creemos que podemos hacer más que apoyar y solidarizarnos o responder pasivamente a los golpes. Necesitamos dotarnos de una logística más sólida y permanente que nos permita adelantarnos y tomar el control de nuestras acciones y sus tiempos sin que éstos se vean predeterminados por los calendarios de quienes ordenan la ejecución de las operaciones represivas.

 

¿Tiene sentido establecer un espacio de coordinación que implique un trabajo más allá de lo puramente reactivo?, ¿merece la pena establecer algún tipo de protocolo con líneas de acción que se orienten más allá de la mera respuesta anti-represiva?

 

¿Qué herramientas podemos tomar en positivo de experiencias anteriores? Propuestas.

 

  • INFORMACIÓN

Creemos que la difusión de un caso puede servir para construir y dar a conocer un discurso ligado a las prácticas que están siendo penalizadas desde las instituciones punitivas. Más allá de aferrarnos a una identidad y auto-referenciarnos en nuestras expresiones, buscamos impactar en nuestro entorno y que nuestras acciones políticas y las ideas que las orientan calen y se expandan durante una campaña.

 

¿Son los medios que utilizamos para difundir la información de los casos suficientes y adecuados a la audiencia a la que nos dirigimos?

 

¿Qué mensaje queremos enviar? ¿A quién lo dirigimos? ¿Qué otros vehículos podríamos utilizar para difundir la información de acuerdo a estas dianas?

 

  • COMUNICACIÓN

En ocasiones, algunas acciones han fracasado por una incapacidad para gestionar la comunicación entre nosotrxs. Pensamos que muchas veces, optamos por un excesivo hermetismo con el objetivo de protegernos y esto entorpece la eficacia con la que compartimos la información. A esto se suma la frustración de comprobar cómo frecuentemente se pierden esas mismas precauciones en la informalidad de “pasillos, cafetas y fiestas”. La prudencia a la hora de trabajar y el entrenamiento en una adecuada cultura de la seguridad, no deberían interferir con la apertura respecto a las vías a través de las cuáles nos comunicamos o damos salida a  nuestras convocatorias.

 

¿Podemos horizontalizar nuestras dinámicas comunicativas para evitar saturar algunos canales y protegernos sin renunciar a una interacción fluida y eficiente?

 

Herramientas para acabar con los roles y la comunicación jerárquica dentro de los entornos de lucha. Ejemplos exitosos y positivos de comunicación que hemos visto en el pasado. Ideas para mejorar.

 

  • APERTURA:

 

La persecución política de las ideas anarquistas puede resultar en una paulatina clandestinización de la actividad y sin embargo pensamos que merece la pena extender el mensaje más allá de nuestros entornos más afines, dejar de ser un escaparate para nosotrxs mismxs y buscar el apoyo/apoyar de/a otras colectividades en lucha, generando alianzas y sinergias basadas en el compromiso con el trabajo de los demás. Sólo de esta manera, pensamos, la solidaridad puede manifestarse naturalmente entre lxs que luchan.

 

¿En qué casos, bajo qué mínimos y qué forma ha de tomar esta relación?

 

Experiencias previas que han funcionado y posibilidades para el futuro.

 

  • CONOCIMIENTO

Tenemos la obligación de incorporar en nuestra rutina militante el hábito de formarnos e informarnos del estado de la cuestión en asuntos legislativos y judiciales, de los procedimientos y canales, los recursos y derechos que puedan afectarnos/sernos útiles dentro del actual marco legal. No podemos delegar toda esta tarea (o al menos los procedimientos burocráticos o menos complejos) a lxs –sobreexplotadxs- compañexs que se ofrecen a llevar la defensa, dejarle a nuestro entorno el marrón de ocuparse de conducirla ni caer en el inmovilismo que produce el temor y la desinformación. Sólo con una base firme de conocimiento en los puntos que pueden afectarnos podemos empezar a decidir con criterio, planificar otros escenarios de lucha distintos a los que nos van a plantear desde las instituciones y a tomar decisiones con cierta “libertad”.

 

Carencias o problemas.

 

Fuentes de información, listados, recursos compartidos, talleres. Mecanismos para acabar con la “profesionalización” de la lucha anti-represiva.

 

  • ESTRATEGIA, DISCURSO Y LUCHA.

 

Dentro del trabajo de los colectivos y, también de forma coordinada con quienes hayamos cosechado afinidades, podemos incorporar una tarea permanente en la que dediquemos tiempo a considerar cuál sería la estrategia política más adecuada de ser nuestro colectivo, nuestros compañeros, la línea en la que trabajamos o nosotrxs mismxs, objeto de una operación policial a la hora de dar forma a un acto de solidaridad, al plantear una campaña, al apoyar o difundir un caso… Valorar las distintas opciones que se nos pueden presentar en el caso de ser golpeadxs por la represión no tiene por qué desembocar en un listado de comportamientos correctos o incorrectos ni en elaborar un ranking de coherencia ante una situación represiva. No se trata de definir manuales ni pautas cerradas de actuación.

Cada una de estas decisiones tendrá matices y dependerá del escenario concreto al que nos enfrentemos. Estamos hablando de un debate más profundo que explore en qué condiciones podemos o querernos servirnos de algunas de estas vías y valorar si son sostenibles desde un punto de vista no sólo práctico o individual, sino estratégico y común. Pero también de tomar las riendas de la situación haciendo de un proceso así una oportunidad para tomar partido y generar una tensión que pueda llegar a ser transformadora.

Muchos derechos se han conquistado históricamente gracias a la lucha y la solidaridad entre represaliadxs. Solidarizándonos y planteando nuestra respuesta de manera coordinada, no solo en términos defensivos sino también de ataque, podemos generar nuevos medios y fines, proyectarnos hacia fuera, presionar, trazar redes que nos conecten y fortalezcan, y recuperar espacios de libertad que nos han ido arrebatando.

 

¿Qué nos jugamos como movimiento antes, durante y después de un episodio represivo?, ¿qué implicaciones tienen para la lucha la financiación de los gastos de defensa, el pago de fianzas, el pago de la responsabilidad civil, los pactos con fiscalía, las condiciones del indulto, los discursos en la sala, nuestra presencia y roles durante un juicio?

 

¿Cómo podemos abordar un proceso así desde una postura política y colectiva?, ¿es posible aprovechar para visibilizar conflictos y dar forma a nuestro discurso a través de estas situaciones?, ¿qué métodos conocemos para hacer presión, y provocar rupturas en este contexto?, ¿cómo podemos redirigir estas situaciones hacia una posición de enfrentamiento activo contra el Estado, que trascienda el propio proceso represivo?