Afortunadamente, cada vez es más frecuente que en los espacios políticos en que nos organizamos, aprendemos colectivamente y en los que también buscamos disfrutar a través de formas de ocio alternativas, la comida que se ofrece sea vegana. Pero… ¿Sabemos realmente por qué?

El veganismo (a menudo entendido sólo como el no consumo de productos de origen animal) no es una opción más ni responde a un interés personal. El veganismo es un acto de justicia social, es la consecuencia necesaria a nuestro posicionamiento frente a la explotación animal.

Los demás animales en nuestra sociedad son considerados recursos, objetos, propiedades de los que podemos disponer sin límite ni remordimiento. Se pasa por alto que ellas también tienen intereses y capacidad de sentir, y que, en consecuencia, utilizarlas para nuestro placer implica abusar de sus cuerpos y sus vidas.

pigEn espacios como el Encuentro del Libro Anarquista de Madrid, muchas de nosotras tratamos de cuestionar y combatir diariamente la autoridad, la que se nos impone, pero también la que tenemos dentro e imponemos sobre otras. La diferencia que legitima el uso y abuso de los demás animales, también en nuestros espacios, es que éstos no pertenecen a nuestra especie. Pero esta razón no nos parece suficiente, y responde a una discriminación con la que queremos acabar: el especismo.

Sentimos que a la hora de discutir sobre la libertad no podemos dejar de lado las relaciones que tenemos con los demás animales. Consideramos que la lucha por la libertad siempre será parcial si no somos capaces de saltar, también, la barrera de la especie.

En este esfuerzo por construir ese mundo nuevo donde la dominación y la opresión no tengan lugar, no podemos olvidar a los animales no humanos. Todas las que en este momento se encuentran privadas de libertad, abusadas, explotados, violadas y encerrados para ser convertidos en alimentos y ser consumidos, mientras industrias multimillonarias (o pequeños comercios, nos da igual) hacen dinero a costa de su trabajo y explotación.

Nos negamos a pagar para que esto continúe, nos negamos a comer los cuerpos de otras. Aspiramos a desterrar esta injusticia de los espacios que entre todas vamos liberando. Que la libertad de la que hablamos se refleje en nuestros actos cotidianos y en nuestros platos.

Que nuestros espacios se llenen de solidaridad, independientemente de la especie a la que pertenezcan las oprimidas.