Por David Vadillo
Se le acercó silenciosa y nocturna. El sintió su presencia pero trató, sin éxito, de hacerle pensar que dormía.
— Soy tú miedo más profundo — le dijo — la cosa oculta tras el arte y la ciencia, el vértigo y el miedo. Soy la que soy. Y he venido a buscarte.
Y él pensó en todos los abrazos hurtados en nombre del deber, todos los “te quiero” que cambio por “sí, señor”. Pensó en todos los atardeceres que no vio porque estaba frente a la pantalla de su ordenador.
— ¿Y vienes ahora? ¿Ahora que iba a subir la montaña que nunca subí? ¿Ahora que iba a dedicar mi tiempo a crear y a crecer? ¿Ahora que iba a ser yo, vienes tú a quitarme la vida?
— No — dijo ella — yo vengo a llevarte a la muerte. La vida ya te la quitaron ellos.