En Barcelona, a través del colectivo “Te Kedas Donde Kieras”, algunas personas se organizan en torno a la lucha contra las fronteras desde su más amplio sentido con un planteamiento que apunta a su destrucción total sin contemplar mejoras posibles.
Las fronteras no suelen ser límites geográficos o naturales, tampoco son únicamente un límite jurídico-administrativo; las fronteras son herramientas que el poder utiliza para producir más poder o para regular el ejercicio de éste.
Las tecnologías del control fronterizo han ido evolucionando según las necesidades de este poder, perfeccionándose para facilitar el paso de los que generan riqueza y obstaculizar los movimientos de las personas excluidas del estado del bienestar.
Esta regulación de flujos de personas, siempre clasificadas en base a su valor económico, puede ir desde el asesinato en el mar por parte de la Guardia Civil, hasta las sofisticadas vallas de contención de las fronteras repletas de gadget tecnológicos de Ceuta y Melilla. Sin olvidar los mecanismos de control más sutiles como el almacenamiento de datos biométricos en las bases de datos de los diferentes guardianes de la riqueza europea en el marco del proyecto de Fronteras inteligentes.
Este enorme aparato de racismo institucional es una fuente de ganancias millonarias no solo para los estados sino también para cientos de empresas privadas que hacen posible la existencia de esta compleja estructura de control, represión y expulsión de personas migrantes.